La deuda pendiente de la apertura democrática en Colombia
El próximo año se celebrarán elecciones al Congreso y a la Presidencia de la República en Colombia. En este contexto preelectoral resulta imprescindible reflexionar sobre uno de los compromisos más relevantes del Acuerdo de Paz: el Punto 2, “Participación política. Apertura democrática para construir la paz”.
Este punto no se limita a garantizar el tránsito de las antiguas FARC-EP a la vida política; su objetivo es mucho más amplio: profundizar la democracia colombiana, abrir espacios a sectores históricamente excluidos de la institucionalidad y de la toma de decisiones, garantizar que nuevas voces puedan expresarse y tener representación en el escenario político, brindar garantías efectivas de seguridad para el ejercicio político y el liderazgo social, así como, reconocer el derecho a la protesta y la movilización social.
Sin embargo, a casi una década de la firma del Acuerdo, es necesario preguntarse en qué medida estas disposiciones han sido implementadas, cuáles permanecen rezagadas y cómo podrían incidir en el panorama electoral que se avecina.
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El estado de la implementación
El Punto 2 se estructura en tres pilares fundamentales: Derechos y garantías plenas para el ejercicio de la oposición, especialmente para los nuevos movimientos que surgieron tras la firma del Acuerdo, Mecanismos democráticos de participación ciudadana, con énfasis en formas de participación directa y promoción de una mayor participación en la política nacional, regional y local, en condiciones de igualdad y con garantías de seguridad.
De acuerdo con el Sistema Integrado de Información para el Posconflicto (SIIPO), el avance total de este punto es de apenas 54,82%. El pilar 2 alcanza un 63,14%, el pilar 3 llega a un 53,9% y el pilar 1 apenas alcanza un 37,34%. Esto significa que el aspecto más rezagado sigue siendo precisamente el de las garantías para el ejercicio pleno de la oposición y de los movimientos y fuerzas políticas que surgieron después del acuerdo.
Una democracia sin garantías plenas
La pregunta es: ¿cómo avanzar hacia una apertura democrática real y efectiva si aún no existen garantías suficientes para la participación política? Este es uno de los grandes retos de la contienda electoral que se aproxima.
La democracia colombiana sólo podrá fortalecerse si se generan mecanismos y estrategias que amplíen el espectro político, permitiendo que partidos emergentes y fuerzas minoritarias compitan en igualdad de condiciones frente a los partidos tradicionales y mayoritarios. Una democracia real y efectiva no puede exigir como precio de entrada la renuncia a la autonomía política o la asimilación a las lógicas hegemónicas.
Por otra parte, mientras persistan los asesinatos, las amenazas, los desplazamientos y la estigmatización contra los firmantes de paz, defensores de derechos humanos y ambientales y los liderazgos sociales, tampoco podrá hablarse de una verdadera democracia.
La verdadera paz política en Colombia dependerá de que el compromiso de “apertura democrática” deje de ser una promesa parcial y se convierta en una realidad tangible para todas las voces del país.

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