La reforma laboral que el pueblo necesita

En lugar de proteger al trabajador, el modelo neoliberal desmanteló los derechos laborales, promovió la tercerización, y normalizó la precariedad como si fuera progreso. Hoy, frente a esa herencia de desigualdad, se abre la posibilidad de una reforma laboral centrada en la dignidad, los derechos y la justicia social en Colombia.

Hacia un trabajo digno para quienes siempre han sido excluidos

La legislación laboral vigente no ha sido capaz de responder a la realidad de millones de personas que sostienen la vida del país con su trabajo diario: Mujeres cuidadoras, jóvenes, trabajadoras del campo, recicladores, empleados tercerizados… todos comparten una misma urgencia: contar con derechos laborales plenos, estabilidad, protección y garantías mínimas.

Esta exclusión histórica ha dejado a buena parte de la fuerza laboral por fuera del acceso a licencias, prestaciones, sindicalización y condiciones dignas. Y es precisamente esta deuda la que la reforma laboral busca saldar: abrir el camino para un modelo donde el trabajo esté respaldado por garantías mínimas y acceso real a la seguridad social como derecho, no como privilegio.

Dignificar el trabajo es una decisión política

La reforma laboral que el pueblo necesita tiene una premisa clara: el trabajo no es una mercancía, es un derecho. Y como tal, debe estar protegido. Nuestra propuesta apunta a recuperar esa visión del trabajo con derechos, con estabilidad, con seguridad social. Impulsar el derecho al trabajo en Colombia no solo es una medida económica, es un acto de justicia.
Además, esta reforma se conecta con el espíritu del Acuerdo de Paz en Colombia, que plantea una transformación profunda del campo y la inclusión de los territorios históricamente excluidos. Sin garantías laborales en el agro, no hay desarrollo rural posible.
Una reforma para avanzar, no para retroceder
Frente a ellos, la consulta popular, que proponía que fuera el pueblo quien decidiera sobre estas transformaciones, fue hundida por la derecha en la plenaria del Senado. Una vez más, se cerró la puerta a la participación directa de la ciudadanía y se impuso el temor a que el pueblo tenga la última palabra.
Esta negativa no borra la urgencia del debate: al contrario, reafirma la necesidad de avanzar en la reforma laboral desde el Congreso, con movilización, coherencia y compromiso político con quienes han sido históricamente excluidos del sistema laboral. (Ver también: Consulta Popular: ¿Por qué la derecha le teme a que el pueblo decida?)

El país que merecemos

La Colombia más equitativa no se construye con discursos, sino con decisiones que mejoren la vida de la gente. Una reforma laboral pensada desde los sectores excluidos es una forma de promover los derechos humanos, combatir la desigualdad y garantizar que el progreso llegue a todos los rincones del país.
Porque ningún país puede hablar de democracia participativa mientras la mitad de su población trabaja sin derechos.