Día Nacional de los Derechos Humanos

Día Nacional de los Derechos Humanos

En Colombia, cada 09 de septiembre se conmemora el Día Nacional de los Derechos Humanos, establecido por la Ley 95 de 1985 en honor a San Pedro Claver, quien dedicó su vida a defender a los esclavos en Cartagena, convirtiéndose en un símbolo de justicia y resistencia en busca de la dignidad.

Resistir para conquistar

La trayectoria histórica de quienes defienden los derechos humanos, demuestra que muchos de los avances y conquistas actuales, han sido posibles gracias a la resistencia y las luchas lideradas por defensoras y defensores provenientes de grupos poblacionales históricamente excluidos de la toma de decisiones, como los pueblos indígenas, las mujeres, los obreros, el campesinado, entre otros.

Así, muchos de los avances más importantes, tanto legales como sociales, han sido forjados por la valentía colectiva de estas comunidades, por ejemplo, pueblos indígenas que recuperaron sus territorios ancestrales, campesinos que resistieron al despojo de tierras, mujeres que conquistaron derechos a partir de la movilización social, entre otros. Sus resistencias no solo han conquistado nuevos derechos, también han derrumbado diferentes barreras de exclusión.

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Conmemorar y proteger la vida.

Muchas personas han perdido la vida en el ejercicio de esta labor, por lo anterior, defender los derechos humanos en un país como Colombia es un acto profundamente valiente; Organizaciones como Indepaz, advierten que este es uno de los países más peligrosos del mundo para los y las defensoras de derechos humanos. En lo que va del año, se estima que han sido asesinadas entre 90 y 100 personas y,  la Defensoría del pueblo, reporta que entre enero y abril del 2025, 20 eran firmantes de paz y 69 líderes sociales y ambientales han perdido su vida como producto de la violencia.

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Es necesario conmemorar esta fecha reconociendo la situación crítica que viven los y las defensoras de derechos humanos hoy, pero es aún más importante construir mecanismos efectivos para proteger la vida de estas personas y garantizar su seguridad en los diferentes territorios del país.

Este propósito, que quedó incluido de manera explícita en el Acuerdo de Paz, sigue siendo una deuda pendiente del Estado colombiano.

Día Internacional de los Pueblos Indígenas: Resistencia y Dignidad.

Cada 9 de agosto se conmemora el Día Internacional de los Pueblos Indígenas, para honrar su lucha histórica en la defensa de sus territorios, culturas, lenguas, derechos y, en general, su cosmovisión.

Colombia se une cada año a esta conmemoración, no sólo por ser una nación pluriétnica y multicultural, y uno de los países más diversos de América Latina -cuenta con 115 pueblos indígenas oficialmente reconocidos y más de 60 lenguas indígenas que pertenecen a 13 familias lingüísticas-, sino también porque esta nación tiene sus raíces en las prácticas ancestrales de dichos pueblos. Por ello, honrar su cultura y tradición es reconocer y proteger la historia y la memoria del país.

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Proteger los pueblos indígenas es defender la vida.

El país tiene una deuda histórica con los pueblos indígenas, ya que, según la Corte Constitucional, han desaparecido al menos 36 pueblos y al menos 70 están en riesgo de exterminio. Adicionalmente, durante décadas han sido despojados de sus territorios, invisibilizados en las decisiones del Estado, violentados, desplazados e incluso criminalizados por su labor en la defensa y protección de los recursos naturales y del territorio.

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No basta con conmemorar sus luchas y aportes a la construcción de la nación, sino que es fundamental propiciar escenarios de incidencia y participación efectiva, y construir mecanismos que garanticen el acceso real y efectivo a sus derechos.

Los pueblos indígenas y la construcción de Democracia

Las luchas históricas de los pueblos indígenas son un claro ejemplo de resistencia y dignidad, y han sido fundamentales en la construcción de una democracia más plural, inclusiva y coherente, pues mediante su incidencia han logrado ampliar el espectro político y el reconocimiento de su cosmovisión ha contribuido a repensar el desarrollo desde una perspectiva más justa con las comunidades y con la naturaleza.

Sin participación no hay paz: el Punto 2 del Acuerdo de Paz

Julián Gallo Cubillos

La participación política como base de la paz

Uno de los pilares fundamentales del Acuerdo de Paz firmado en 2016 es el Punto 2, que habla de “participación política”. Sin embargo, es importante recordar que esta no se limita únicamente al derecho al voto. Participar políticamente significa también tener voz en las decisiones del país, especialmente para quienes históricamente han sido excluidos: comunidades campesinas, pueblos indígenas, comunidades afrodescendientes y víctimas del conflicto social y armado.

El Punto 2 del Acuerdo propone una democracia más amplia y representativa, construida desde los territorios y con enfoque diferencial. Hablar de participación es hablar de justicia social, inclusión y reconocimiento de la diversidad.

Garantías para ejercer la ciudadanía sin miedo

El Acuerdo plantea transformaciones estructurales que permitan a todos y todas ejercer su ciudadanía en condiciones de dignidad y seguridad. Algunas de esas garantías son:

  • Educación con enfoque territorial que fortalezca la identidad, la participación y el arraigo comunitario.
  • Reconocimiento y fortalecimiento de medios comunitarios que den voz a las regiones históricamente silenciadas.
  • Protección efectiva para líderes y lideresas sociales, defensores de derechos humanos y firmantes del acuerdo.

Estos elementos son esenciales para construir una paz sostenible. Sin ellos, la democracia queda incompleta y la reconciliación se vuelve una promesa incumplida.

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Desde el Congreso: compromiso con el Punto 2

Como senador y firmante del Acuerdo de Paz, he trabajado activamente en la implementación de este punto, promoviendo debates legislativos, acompañando a las comunidades en los territorios y respaldando iniciativas normativas que aseguren la participación real de las comunidades históricamente excluidas.

Desde la Comisión Primera del Senado, he respaldado proyectos de reforma política que buscan fortalecer la democracia participativa, ampliar las garantías electorales y proteger los derechos de quienes ejercen liderazgo social.

En la Comisión de Paz, he acompañado debates y audiencias públicas con organizaciones sociales, firmantes del Acuerdo y víctimas del conflicto, insistiendo en la urgencia de implementar medidas efectivas para garantizar su participación y seguridad.

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Participación es poder: la voz de los territorios sí importa

El ejercicio democrático debe ser paritario, plural y descentralizado. No podemos seguir construyendo país desde el centro, ignorando las propuestas y necesidades de quienes viven en los márgenes.

Reforzar la participación política desde los territorios no solo es una deuda histórica, sino una condición para que la paz deje de ser un discurso y se convierta en una realidad palpable para todas y todos.

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Sin participación, no hay paz

Reafirmamos que la participación no es un complemento, sino el núcleo de cualquier proceso de paz duradero. El Punto 2 del Acuerdo de Paz debe ser defendido y materializado con voluntad política, con recursos y con la fuerza de la ciudadanía organizada.

Desde nuestro trabajo legislativo y territorial, seguiremos insistiendo: sin voces diversas, no hay democracia. Sin participación plena, no hay reconciliación. Y sin participación real, no hay paz.