Paz en América Latina

Congreso colombiano se pronuncia en defensa de la paz en América Latina y en solidaridad con Venezuela

El pasado 6 de septiembre, en Bogotá, se dio a conocer un pronunciamiento de solidaridad con Venezuela y de rechazo al despliegue militar de Estados Unidos en el Caribe bajo el pretexto del combate al narcotráfico.

Este comunicado, suscrito por congresistas, organizaciones políticas, movimientos sociales, sindicatos, juventudes, mujeres, intelectuales y artistas, reafirma el compromiso de Colombia con la defensa de la paz, la soberanía y la autodeterminación de los pueblos latinoamericanos y caribeños.

Una amenaza a la región

El despliegue militar estadounidense constituye una violación al Tratado de Tlatelolco, que garantiza la desnuclearización y la seguridad regional; una transgresión a la Proclama de América Latina y el Caribe como Zona de Paz adoptada en 2014; y una afrenta a los principios fundamentales del derecho internacional.

Cabe recordar que informes de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) han ratificado que ni Venezuela ni el Caribe son territorios de tránsito de drogas, desmontando así la narrativa que Washington utiliza para intentar legitimar la militarización de la región.

En esta línea, la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) emitió el 5 de septiembre una declaración en la que condena de manera unánime el despliegue militar extrarregional, al considerarlo una amenaza directa a la paz, la estabilidad y la soberanía de los pueblos.

Voces desde el Congreso de la República

El pronunciamiento fue acompañado por la firma de congresistas como Leon Freddy Muñoz, Clara López, María José Pizarro y Alberto Benavides, quienes junto a otros sectores reafirmaron su rechazo a esta escalada militar y su defensa de la paz en la región.

Un llamado por la paz y la soberanía

Los firmantes hicieron un llamado a los gobiernos y parlamentos de la región para pronunciarse con claridad y firmeza frente a esta ofensiva imperial, y convocaron a la comunidad internacional a detener una amenaza que puede abrir un nuevo ciclo de violencia en América Latina y el Caribe.

Finalmente, el documento reafirma que la paz de Venezuela es la paz de la región y que la soberanía de los pueblos no se negocia. Cada adhesión representa un compromiso con la vida, la justicia social y la libertad.

Respeto a la bancada de Comunes: una exigencia democrática

Respeto a la bancada de Comunes: una exigencia democrática

En días recientes, el Ministro Armando Benedetti lanzó afirmaciones que ponen en entredicho la lealtad y coherencia del Partido Comunes dentro de la coalición de gobierno. Ante ello, no puedo guardar silencio. No se trata únicamente de una defensa a nuestra bancada, sino de un llamado a respetar los principios democráticos que rigen la vida política del país.

Desde el inicio del gobierno del presidente Gustavo Petro, la bancada de Comunes ha actuado con responsabilidad histórica. Hemos acompañado y respaldado con nuestro voto las iniciativas presentadas por el Ejecutivo en el Congreso, conscientes de que representan avances necesarios para la transformación social que el pueblo colombiano demandó en las urnas. Nuestro apoyo no ha sido coyuntural ni oportunista: ha sido coherente y fundamentado en convicciones políticas, en el compromiso con la paz y en la construcción de un país más justo.

Por ello, resulta inadmisible que se intente sembrar dudas sobre nuestra conducta parlamentaria. No aceptamos que se nos mida con el rasero de la politiquería ni de los cálculos burocráticos. Quienes integramos esta bancada somos hombres y mujeres que venimos de una larga trayectoria de lucha, que hemos arriesgado la vida por defender ideas y que hoy, en el escenario democrático, seguimos actuando con la misma firmeza y dignidad.

El señalamiento infundado del Ministro Benedetti sobre la votación para la elección del magistrado de la Corte Constitucional es un acto de irrespeto y de irresponsabilidad política. No existe prueba alguna —ni podrá existir— que demuestre una supuesta deslealtad de Comunes. Votamos en coherencia con el acuerdo de la bancada de gobierno y lo seguiremos haciendo siempre que las iniciativas respondan al mandato de cambio que el país reclama.

Lo que sí es evidente es la necesidad de reconocer los fracasos propios y no desviar la atención con acusaciones infundadas. En la política, la transparencia y la verdad deben estar por encima de los intereses personales o de los cálculos circunstanciales.

Rechazamos la estigmatización hacia nuestro partido, que es firmante del Acuerdo de Paz. La democracia se fortalece en el respeto a la diferencia, no en la persecución ni en la descalificación gratuita. Exigir respeto es una condición indispensable para seguir construyendo colectivamente el país que soñamos.

El Partido Comunes seguirá cumpliendo su palabra: aportar a la consolidación de la paz, respaldar las transformaciones sociales y defender siempre la dignidad de quienes creemos en una Colombia distinta.

Por: Julián Gallo Cubillos
Senador de la República – Partido Comunes

Icetex y la necesidad de repensar la financiación educativa

Icetex y la necesidad de repensar la financiación educativa

Por Julián Gallo Cubillos, senador de la República

En el último año, se han presentado diferentes iniciativas legislativas orientadas a aliviar las deudas que miles de estudiantes tienen con el Icetex. Estas propuestas, además de ofrecer soluciones concretas a una problemática financiera que afecta a la clase media y sectores populares, han permitido reabrir una discusión de fondo que es fundamental para el país: la educación como derecho fundamental y el papel del Estado en su garantía real y efectiva.

La existencia de mecanismos como el Icetex ha hecho posible que muchos jóvenes puedan ingresar a la educación superior. Sin embargo, también representa una contradicción profunda de nuestro sistema:  para ejercer el derecho a la educación, en muchos casos, la única solución es  endeudarse. Y eso genera una obligación que se prolonga en el tiempo incluso por décadas, son millones los estudiantes que pasan gran parte de su vida pagando la financiación de su carrera, lo que afecta la calidad de vida de miles de familias colombianas.

Acompaño con firmeza cualquier medida que busque aliviar esa carga financiera, que reconozca que no es justo ni coherente que la educación implique un sacrificio desproporcionado. Toda iniciativa orientada a reducir la deuda, flexibilizar condiciones o eliminar intereses abusivos, será siempre bienvenida. En esa misma línea, el Gobierno Nacional ha adoptado una serie de medidas que merecen ser valoradas, como la condonación de intereses vencidos, la reestructuración de créditos y la ampliación de algunos alivios temporales.

Pero también es necesario ir más allá, reflexionar sobre ¿Qué tipo de educación queremos como país? ¿Qué está obligado a garantizar el Estado cuando hablamos de derechos fundamentales?

Ningún colombiano o colombiana debería pasar buena parte de su vida pagando una deuda por el simple hecho de haber querido estudiar. Esto nos obliga a revisar no solo los instrumentos de financiación, sino también el modelo educativo que hemos venido reproduciendo.

Durante años, Colombia ha priorizado un enfoque centrado en financiar la demanda, entregando recursos directamente al estudiante para que “escoja” dónde matricularse, muchas veces en instituciones privadas. Mientras tanto, las universidades públicas sobreviven con presupuestos limitados e infraestructura precaria. De ahí que la discusión planteada históricamente por el movimiento estudiantil cobre hoy vigencia: fortalecer la educación pública exige financiar la oferta, invertir en la universidad pública, aumentar su capacidad y garantizar gratuidad. No es solo una decisión técnica o presupuestal, es un acto de justicia social.

En esa dirección, el Congreso ha dado un paso relevante. La Plenaria del Senado aprobó en segundo debate la iniciativa del Gobierno que modifica los artículos 86 y 87 de la Ley 30 de 1992, con el propósito de transformar el modelo de financiación de la educación superior pública. La reforma establece que los recursos ya no se ajusten únicamente al IPC, sino con base en el nuevo Índice de Costos de la Educación Superior (ICES), que refleja los gastos reales del sector. Además, define una ruta para que en un plazo de quince años la inversión alcance al menos el 1 % del PIB, incorpora a las instituciones técnicas y tecnológicas oficiales en esquemas estables de financiación y crea mecanismos de control social para garantizar transparencia.

La educación no puede ser una carga heredada ni una fuente permanente de ansiedad para las familias colombianas. Debe ser, en cambio, la plena garantía de un derecho, un camino hacia la movilidad social, el pensamiento crítico y la construcción de una sociedad más justa.

Viaje a La Guajira

El senador Julián Gallo visita La Guajira y adelanta gestiones en favor de las comunidades

Entre el 4 y 5 de septiembre, el senador Julián Gallo Cubillos realizó una agenda de trabajo en el departamento de La Guajira, donde se reunió con comunidades indígenas, líderes sociales y organizaciones comunitarias para escuchar de primera mano sus problemáticas y avanzar en soluciones concretas.

Agua, educación y reconocimiento de autoridades tradicionales

En Manaure, el senador sostuvo un encuentro con la comunidad Jalirraikat, que manifestó la urgencia de reparar el pozo que abastecía la zona, la implementación de molinos de viento y la construcción de nuevos jagüeyes. También expusieron la necesidad de un colegio propio con enfoque étnico y el reconocimiento de su Autoridad Tradicional.

Como compromisos, el senador trasladará las solicitudes ante el Ministerio de Vivienda, la Alcaldía y la Gobernación, y gestionará con el ICBF la atención integral a madres gestantes y primera infancia. Asimismo, anunció gestiones ante la Registraduría para realizar jornadas de identificación y la búsqueda de aliados para fortalecer el arte y la artesanía local.

Seguridad, empleo y educación rural

En Riohacha, líderes sociales advirtieron sobre la difícil situación de seguridad que viven comerciantes, profesionales y campesinos, quienes sufren amenazas, extorsiones y presencia de grupos armados. Señalaron la necesidad de una política clara para proteger a la ciudadanía y garantizar la presencia estatal.

El senador se comprometió a elevar estas denuncias al Ministerio del Interior, el Ministerio de Defensa y la Gobernación de La Guajira. También apoyará la ampliación de rutas escolares y la articulación con el SENA para ampliar el programa Emprende Rural, que ofrece formación y empleo a los jóvenes.

Inclusión de niños con discapacidad

En otra reunión, se visibilizó la situación de una fundación que atiende a más de 200 niños y niñas con discapacidad en condiciones precarias y sin apoyo institucional. El senador acompañará la búsqueda de un espacio digno y gestionará ante las entidades competentes la inclusión educativa y el respaldo a esta población.

Tierra, artesanías y vivienda digna

La comunidad Caicemapa expuso problemáticas relacionadas con el desabastecimiento de agua, dificultades en los procesos de restitución de tierras, falsificación de escrituras y necesidades en vivienda y pensión.

El senador Gallo asumió compromisos puntuales: gestionar la entrega de tanques de agua, acompañar procesos de restitución ante la Superintendencia de Notariado y Registro, coordinar programas de mejoramiento de vivienda con el Ministerio de Vivienda, y abrir un espacio en el Congreso para la exposición y venta de artesanías de La Guajira.

Compromiso con La Guajira

La agenda del senador Julián Gallo en La Guajira reafirma su compromiso con las comunidades históricamente olvidadas. Desde el Congreso se continuará gestionando soluciones integrales en materia de agua, educación, seguridad, empleo, cultura y derechos sociales, garantizando que la voz de las comunidades guajiras sea escuchada en las instancias nacionales.

Reconocimiento de la gastronomía samaria

Reconocimiento de la gastronomía samaria como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Nación

El pasado martes 23 de septiembre, el senador Julián Gallo Cubillos, desde la bancada Comunes, lideró la radicación de un Proyecto de Ley para declarar la gastronomía tradicional y ancestral de Santa Marta como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Nación.

Con esta iniciativa, el senador busca reconocer el profundo valor histórico y cultural de la cocina samaria, así como su papel en la construcción de identidad. Al mismo tiempo, subraya su potencial para impulsar el desarrollo económico, social y turístico de la región.

Cocina samaria: memoria, territorio y mestizaje

Para el senador Gallo, la cocina samaria es una expresión viva de memoria y mestizaje, producto de los encuentros culturales entre pueblos indígenas —kogui, arhuacos, wiwas y kankuamos—, comunidades afrocolombianas, colonos españoles y migrantes árabes.

Cada preparación está estrechamente ligada al mar Caribe, la Sierra Nevada y el río Magdalena. Desde platos como el cayeye y el mote de queso, hasta el arroz con chipi chipi, el cabrito guisado o el pescado frito con arroz de coco, cada receta cuenta una historia de resistencia, adaptación y transmisión cultural.

Reconocer esta riqueza culinaria, afirma el senador, es honrar la memoria colectiva y fortalecer la diversidad cultural del país.

Más que ingredientes: identidad, memoria y diversidad

El proyecto también resalta que muchos de estos alimentos poseen significados espirituales, especialmente en las comunidades indígenas de la Sierra Nevada, donde se mantienen prácticas como el consumo ritual del chirrinchi, el mambe o la chicha de maíz.

Esta diversidad culinaria no solo alimenta el cuerpo, sino que nutre la memoria colectiva y la identidad regional de Santa Marta, convirtiéndose en un símbolo de encuentro y de orgullo cultural.

Impulso al turismo, la economía local y el empleo

Bajo el liderazgo del senador Julián Gallo, la iniciativa plantea que la comida ancestral y tradicional de Santa Marta puede convertirse en un motor de crecimiento económico, social y cultural.

Al reconocerla como Patrimonio Cultural Inmaterial, se abren oportunidades para fortalecer el turismo gastronómico, dinamizar las economías locales, proteger saberes ancestrales y generar empleo digno en comunidades rurales, urbanas e indígenas.

Asimismo, este reconocimiento busca revitalizar prácticas sostenibles de cultivo y pesca, y posicionar a Santa Marta como un referente nacional e internacional de diversidad culinaria con raíces profundas en su historia y su territorio.

Colombia y el debate sobre la eutanasia

Colombia y el debate sobre la eutanasia: la voz del senador Julián Gallo

El tema de la eutanasia vuelve a ocupar un lugar central en América Latina. Mientras Uruguay marcó un hito al aprobar en su Cámara de Diputados un proyecto de ley que reconoce la muerte médicamente asistida como un derecho humano, en Colombia la discusión ha transitado principalmente por los tribunales y el Congreso de la República.

El senador Julián Gallo Cubillos, integrante del Partido Comunes y ponente del Proyecto de Ley Estatutaria 006 de 2023, recordó en entrevista con la Agencia Sputnik que Colombia fue pionera en la región cuando la Corte Constitucional reconoció este derecho en 1997. No obstante, advirtió que el modelo colombiano, sustentado en sentencias judiciales y resoluciones ministeriales, “ha enfrentado serios problemas de aplicación”.

Un proyecto archivado, pero necesario

Aunque el Proyecto de Ley 006 fue archivado por no alcanzar la mayoría requerida en la plenaria de la Cámara, representaba un esfuerzo serio por otorgar al país una regulación clara y garantista.

La propuesta planteaba un marco integral que contemplaba tres dimensiones del derecho a morir dignamente:

  • Cuidados paliativos: atención integral para controlar el dolor y acompañar a pacientes y familias.
  • Adecuación o abandono del esfuerzo terapéutico: la posibilidad de suspender tratamientos que prolongan innecesariamente el sufrimiento.
  • Muerte médicamente asistida (eutanasia): procedimiento solicitado de manera libre, informada y reiterada por personas con enfermedades graves e incurables.

Además, buscaba establecer protocolos claros, fortalecer los comités interdisciplinarios que evalúan las solicitudes y brindar seguridad jurídica a los profesionales de la salud, evitando que médicos y pacientes se vieran expuestos a procesos penales por ejercer este derecho.

Un derecho reconocido, pero en disputa

Aunque en Colombia se practican procedimientos de eutanasia desde 2015, las barreras legales y prácticas persisten. Entre 2015 y 2023 se registraron más de 690 procedimientos y alrededor de 1.300 solicitudes, pero muchos pacientes todavía enfrentan obstáculos para acceder a este derecho.

El senador Gallo ha insistido en que la ausencia de una ley clara genera inseguridad para los profesionales de la salud y desigualdad en el acceso, especialmente en zonas apartadas del país.

Un debate inevitable en la región

“Colombia tiene una larga tradición en la discusión jurídica y política sobre la eutanasia, pero aún debemos dar el paso que nos corresponde como Congreso”, afirmó Gallo. Para el legislador, garantizar este derecho es una cuestión de dignidad humana y justicia social.

La experiencia de Uruguay y los avances en Ecuador muestran que la eutanasia dejó de ser un tabú en la región. “Más allá de las resistencias, la eutanasia se perfila como un debate inevitable en América Latina”, concluyó el senador.

Duque, Netanyahu y la memoria que no se puede borrar

Por el senador Julián Gallo Cubillos

La reciente visita del expresidente Iván Duque al primer ministro israelí Benjamín Netanyahu desnuda la esencia de la clase política que durante décadas gobernó a Colombia y que hoy busca regresar al gobierno. Una clase que, en lugar de defender la vida y los derechos humanos, eligió alinearse con quienes representan el fascismo en su máxima expresión.

Las páginas de la historia recordarán que un exmandatario colombiano se reunió con un hombre señalado internacionalmente como criminal de guerra. No es un hecho menor: mientras Netanyahu lidera el genocidio contra el pueblo palestino, en Gaza, con miles de víctimas, principalmente, mujeres y niños, Iván Duque carga sobre sus hombros el peso de centenares de víctimas de violaciones sistemáticas a los derechos humanos y al Derecho Internacional Humanitario.

El legado de Duque en Colombia

No podemos olvidar que bajo su mandato:

●  Más de 80 jóvenes fueron asesinados durante el estallido social de 2021, cuando la protesta pacífica fue respondida con balas.

●  Se autorizaron bombardeos en campamentos donde había niños y niñas, presentados luego como “bajas legítimas”.

●  Cientos de líderes sociales, comunitarios, estudiantiles, defensores de derechos humanos y firmantes del acuerdo de paz fueron asesinados en los territorios, sin que existiera una política eficaz para protegerlos.

Ese es el sello que Duque lleva consigo al visitar a Netanyahu: la representación de un modelo político que normaliza la violencia y la represión contra su propio pueblo.

Gaza y Colombia: dos memorias que dialogan

Hoy, mientras en Gaza se vive una tragedia humanitaria con miles de civiles asesinados, el abrazo entre Duque y Netanyahu duele aún más. Nos recuerda que los pueblos víctimas de la guerra comparten una misma exigencia: no olvidar y no permitir que la impunidad se imponga.

No olvidar

Colombia necesita mantener viva la memoria. Porque detrás de cada cifra hubo vidas, familias y comunidades enteras que siguen esperando justicia. Y porque quienes hoy buscan volver al poder son los mismos que dejaron un país herido, con las cicatrices abiertas de la represión y la exclusión.

La historia se escribe con las voces de quienes resisten y recuerdan. Por eso, ante la visita de Iván Duque a Benjamín Netanyahu, decimos con claridad: no olvidamos. Ni a las víctimas del estallido social, ni a los niños y niñas muertos en los bombardeos, ni a los líderes asesinados en los territorios, ni al pueblo palestino que hoy enfrenta el horror de un genocidio.

Amnistía para campesinos deudores del Banco Agrario: una apuesta por el campo colombiano

Amnistía para campesinos deudores del Banco Agrario: una apuesta por el campo colombiano

El Congreso de la República avanza en la discusión del Proyecto de Ley 076 de 2024 Senado, que busca otorgar una amnistía a campesinos deudores del Banco Agrario afectados por la violencia, los siniestros ambientales, la pandemia del Covid-19 o plagas y enfermedades que han devastado cultivos y animales.

La iniciativa, aprobada en primer debate y con ponencia positiva para segundo debate en el Senado, plantea medidas concretas:

  • Reducción de hasta el 80% del capital adeudado para pequeños productores y del 60% para medianos.
  • Condonación de intereses corrientes y de mora, así como de honorarios y gastos de cobranza.
  • Rehabilitación crediticia que permita a los campesinos volver a acceder a créditos.
  • Terminación de cobros jurídicos en curso para los beneficiarios.

Una necesidad histórica para el campesinado

Las comunidades rurales han cargado durante décadas con deudas impagables, no por falta de voluntad, sino por la inestabilidad que produce la violencia, el desplazamiento, los fenómenos climáticos y las crisis económicas. A esto se suman los efectos de la pandemia, que golpearon de manera particular a las familias campesinas.

Desde el Partido Comunes hemos respaldado históricamente iniciativas de alivio financiero y acompañamiento al campesinado. Hoy, con este nuevo proyecto en curso, reafirmamos nuestro compromiso de defender la dignidad y el bienestar de quienes trabajan la tierra.

Una proposición para mejorar la ley

En coherencia con ese compromiso, presentamos una proposición de modificación al articulado del proyecto, con el fin de ampliar la definición de beneficiarios, precisar criterios y asegurar que los pequeños productores de ingresos bajos reciban un alivio proporcional a su realidad económica.

Estas modificaciones buscan garantizar que la ley cumpla su verdadero propósito: ser un instrumento de justicia social para quienes sostienen la seguridad alimentaria del país.

El Gobierno del Cambio ya ha dado pasos

Cabe recordar que el Gobierno del Cambio ha implementado medidas en la misma dirección, como la reducción de hasta el 40% en los créditos del Banco Agrario para campesinos que inviertan en proyectos de manejo del agua y sostenibilidad productiva.

Estas políticas, sumadas a la amnistía que hoy se discute en el Congreso, apuntan a aliviar la carga financiera, recuperar la capacidad productiva del campesinado y promover un campo con más oportunidades.

Nuestro compromiso con la Paz

Las víctimas en el centro: Nuestro compromiso con la Paz

Colombia ha vivido todos los horrores del conflicto armado. Durante décadas, la violencia ha afectado a millones de colombianos y colombianas: desplazamiento forzado, asesinatos, desapariciones, y comunidades enteras sometidas al miedo, la exclusión y la violencia.

El Punto 5 del Acuerdo Final de Paz, suscrito entre el Gobierno Nacional y las extintas FARC-EP, reconoce esta realidad. También reconoce, el dolor histórico de comunidades campesinas, indígenas, afrocolombianas, negras, palenqueras, raizales y Rom. Por ello, más que un componente técnico, este punto representa una apuesta ética y política: poner a las víctimas en el centro de la construcción de una nueva Colombia.

Nuestro compromiso como firmantes de paz

El Acuerdo de Paz estableció el Sistema Integral de Verdad, Justicia, Reparación y No Repetición (SIVJRNR), una Acuerdo sin precedentes en la historia de la solución política de los conflictos en el mundo. Este sistema fue construido a partir de propuestas y recomendaciones recogidas directamente de las víctimas y de diversos sectores sociales, a través de diferentes mecanismos de participación promovidos por la Mesa de Conversaciones.

Desde la concepción y definición del Acuerdo, nuestro compromiso con las víctimas ha sido claro y firme. Como firmantes de paz, nuestra contribución constante al SIVJRNR es testimonio de esa voluntad inquebrantable. Creemos en la verdad, en la justicia, en la reparación y en la garantía de que el horror del conflicto nunca se repita. Avanzamos hacia una Colombia donde la paz con justicia social, política y económica sea una realidad duradera.

Es fundamental recordar que el Acuerdo no es un simple pacto entre el Estado colombiano y un actor armado, sino un compromiso para la construcción de una paz justa, que debe partir del reconocimiento pleno de las víctimas como el corazón del proceso. Sin ese reconocimiento y su participación activa, no existe una paz posible ni legítima.

Persistimos, a pesar de las dificultades

En el marco de la implementación del Acuerdo de Paz, uno de los desafíos más graves y difíciles de superar ha sido la violencia y la persecución contra quienes apostamos por la paz: más de 450 firmantes han sido asesinados desde 2016. Esta realidad compleja y dolorosa no ha frenado nuestro compromiso. Por el contrario, nos reafirma en la convicción de que el camino de la paz, la verdad y la justicia es irreversible.

¡Por las víctimas, por sus derechos, por la dignidad colectiva: seguimos adelante!

La deuda pendiente de la apertura democrática en Colombia

La deuda pendiente de la apertura democrática en Colombia

El próximo año se celebrarán elecciones al Congreso y a la Presidencia de la República en Colombia. En este contexto preelectoral resulta imprescindible reflexionar sobre uno de los compromisos más relevantes del Acuerdo de Paz: el Punto 2, “Participación política. Apertura democrática para construir la paz”.

Este punto no se limita a garantizar el tránsito de las antiguas FARC-EP a la vida política; su objetivo es mucho más amplio: profundizar la democracia colombiana, abrir espacios a sectores históricamente excluidos de la institucionalidad y de la toma de decisiones, garantizar que nuevas voces puedan expresarse y tener representación en el escenario político, brindar garantías efectivas de seguridad para el ejercicio político y el liderazgo social, así como, reconocer el derecho a la protesta y la movilización social.

Sin embargo, a casi una década de la firma del Acuerdo, es necesario preguntarse en qué medida estas disposiciones han sido implementadas, cuáles permanecen rezagadas y cómo podrían incidir en el panorama electoral que se avecina.

Leer también: Omar Restrepo y Julián Gallo: articulación desde el Congreso para la paz y las reformas sociales

El estado de la implementación

El Punto 2 se estructura en tres pilares fundamentales: Derechos y garantías plenas para el ejercicio de la oposición, especialmente para los nuevos movimientos que surgieron tras la firma del Acuerdo, Mecanismos democráticos de participación ciudadana, con énfasis en formas de participación directa y promoción de una mayor participación en la política nacional, regional y local, en condiciones de igualdad y con garantías de seguridad.

De acuerdo con el Sistema Integrado de Información para el Posconflicto (SIIPO), el avance total de este punto es de apenas 54,82%. El pilar 2 alcanza un 63,14%, el pilar 3 llega a un 53,9% y el pilar 1 apenas alcanza un 37,34%. Esto significa que el aspecto más rezagado sigue siendo precisamente el de las garantías para el ejercicio pleno de la oposición y de los movimientos y fuerzas políticas que surgieron después del acuerdo.

Una democracia sin garantías plenas

La pregunta es: ¿cómo avanzar hacia una apertura democrática real y efectiva si aún no existen garantías suficientes para la participación política? Este es uno de los grandes retos de la contienda electoral que se aproxima.

La democracia colombiana sólo podrá fortalecerse si se generan mecanismos y estrategias que amplíen el espectro político, permitiendo que partidos emergentes y fuerzas minoritarias compitan en igualdad de condiciones frente a los partidos tradicionales y mayoritarios. Una democracia real y efectiva no puede exigir como precio de entrada la renuncia a la autonomía política o la asimilación a las lógicas hegemónicas.

Por otra parte, mientras persistan los asesinatos, las amenazas, los desplazamientos y la estigmatización contra los firmantes de paz, defensores de derechos humanos y ambientales y los liderazgos sociales, tampoco podrá hablarse de una verdadera democracia.

La verdadera paz política en Colombia dependerá de que el compromiso de “apertura democrática” deje de ser una promesa parcial y se convierta en una realidad tangible para todas las voces del país.